Croacia, Día 7: Isla de Hvar y Mostar (Bosnia y Herzegovina)

Nuevo día y nuevos planes…y ¡VAYA PLANES!

Nos despedíamos de la ISLA DE HVAR y lo hacíamos a lo grande. Esta isla es mágica y maravillosa. Os la recomiendo 100% si hacéis una ruta por CROACIA. Es un imprescindible que os dejará enamorados.

El vino y la lavanda, además de sus bonitos pueblos y sus magníficas playas,  son dos elementos que caracterizan a la ISLA DE HVAR.

Nosotros no lo hicimos pero, si os interesa, es posible hacer turismo enológico y participar en algún tour que recorra preciosas plantaciones de lavanda o incluso llevarse algún que otro souvenir relacionado.

Nuestro día séptimo de viaje iba a ser casi totalmente playero y la calita que descubrimos durante esta jornada bien podría ser nuestro lugar de veraneo cada año… jajaja. ¡Ojalá!

Como no teníamos desayuno en nuestro apartamento de Jelsa, nos fuimos a STARI GRAD a desayunar y dar un paseo por el pueblo.

STARI GRAD fue uno de los primeros lugares de asentamiento humano en las islas del Adriático. Digamos que tiene más de 2.400 años de antigüedad…¡casi nada!

Esta población fue declarada PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD por la UNESCO en 2008. Y no es para menos porque el conjunto es una maravilla.

Era súper temprano y las callejuelas estaban prácticamente desiertas. Desayunamos en una terraza en la plaza principal y después nos fuimos a descubrir el pueblecito bajo un sofocante calor. Una ola de calor estaba instalada en Croacia y demás países colindantes. Y la pudimos «disfrutar» de lo lindo, os lo aseguro.

Stari Grad tiene mucho encanto y lo puedes comprobar casi en cada esquina. Casas de piedra, balcones con flores y coquetos bares y restaurantes.

No os perdáis la visita a la IGLESIA DE SAN ESTEBAN, ubicada en una preciosa plaza de lo más pintoresca.

De verdad que este pueblo merece aunque sea una corta visita si la ISLA DE HVAR está dentro de vuestra RUTA POR CROACIA.

Nuestro siguiente destino ese día era una de las montones de bonitas playas y calas que tiene esta isla. No queríamos ir a una playa masificada donde fuese difícil aparcar y donde no cabe un alfiler dentro del agua. No, no queríamos eso…y vaya si encontramos lo que buscábamos…

Os lo digo solo a vosotros y que no salga de AQUÍ…jajaja. Buscad la PLAYA DE VEPRINOVA, perteneciente a la localidad de GDINJ.

Situada a menos de una hora en coche de JELSA. Por la zona hay otras playas muy parecidas así que si no queréis llegar hasta esta, hay otras opciones.

Nosotros teníamos que hacer ese camino sí o sí porque íbamos a salir de la ISLA DE HVAR por la población de SUCURAJ, justo en la otra punta de la isla.

Nos costó un poco llegar porque de repente, la pequeña carretera se transforma en camino «de cabras» y los kilómetros empiezan a pasar muy despacio…y más aún cuando vas viendo aguas cristalinas por la ventanilla y te mueres de ganas por sumergirte en ellas…jajaja.

Una vez allí, pocas opciones para aparcar, casi ninguna diría yo. Una casa particular y justo al lado un par de huecos donde poder dejar el coche o la moto. Tuvimos suerte y no había nadie…Venga, por no mentir del todo diré que había una pareja con sus hijos y nosotros tres.

Me quedo corta si os digo que, una vez bajamos a la arena/piedras me dieron ganas de llorar de felicidad. Y sabéis que nunca digo este tipo de cosas porque no me suelen pasar de forma tan exagerada. Pero aquí sí….

Me gusta el mar, me gustan las calas vacías o con poca gente (no nos vamos a poner tan exquisitos…) y allí tenía ante mis ojos una cala de agua azul casi para nosotros solos.

Hay un restaurante también. Nosotros pensamos en comer allí pero creo que nos negamos a salir del agua y dejamos la comida para más tarde…jajaja.

Llegamos bastante pronto así que aprovechamos toda la mañana en esa preciosa playa.

Sara se tomó allí su tentempié de media mañana y disfrutó como una loca del agua y de su cubo, su pala y sus piedras…todas para ella!! jajaja.

Sobre la 1,30 de la tarde, decidimos que, muy a nuestro pesar, había llegado el momento de irnos. Dijimos adiós a VEPRINOVA y nos encaminamos a coger el barco en SUCURAJ.

Hay muchos horarios pero miradlos bien en JADROLINIJA para aprovechar el tiempo y marcharos a la hora deseada.

Este barco nos llevaría a DRVENIK, una pequeña población situada a unas dos horas en coche de DUBROVNIK.

Nada más bajar del barco con nuestro coche, nos fuimos directos a un restaurante que había descubierto mirando en Google: KONOBA JELAS.

Situado junto a la playa de DREVNIK, este restaurante sirve pescado fresco así que os podéis imaginar cómo nos pusimos allí…y cómo se puso Sara que es fan absoluta del pescado (sí, es rara).

Cervecita, arroz, pescado y esa sensación de felicidad que tienes en algunos momentos de los viajes. Algunos sabréis de lo que os hablo, especialmente los realistas, los que, como yo, reconocen que en los viajes no son todo buenos momentos…sobre todo cuando te acecha una ola de calor…jajaja.

Pues bien, este tipo de momentos felices compensan todo lo demás…¿a qué esto también lo sabéis?

Después de comer emprendimos nuestro camino hacia MOSTAR en BOSNIA Y HERZEGOVINA. Cambiábamos de país y teníamos muchas ganas de conocer esta ciudad.

Si hacéis esta escapada…

?POR FAVOR, NO OLVIDÉIS VUESTRO PASAPORTE: IMPRESCINDIBLE.

Depende de la hora del día podéis encontrar bastante cola en la frontera. A nosotros nos pasó al día siguiente cuando volvimos a Croacia.

Bueno, ¿qué decir de BOSNIA Y HERZEGOVINA? Que se trata de uno de los países de Europa con menos turismo y, a la vez, es uno de los que más sorprende a los visitantes.

Repleto de ciudades con historia. Ciudades marcadas por el gran conflicto bélico que fue la GUERRA DE LOS BALCANES.

Un país llenos de preciosos rincones naturales y paisajes increíbles. Un gran desconocido para la mayor parte de los viajeros pero un país que encierra mucho y muy bueno.

Su capital, SARAJEVO, y la ciudad de MOSTAR, son de lo más visitado en BOSNIA Y HERZEGOVINA.

Nosotros fuimos a MOSTAR. Queríamos conocer esta ciudad que dicen es la más emblemática y uno de los rincones con más encanto de Bosnia.

Su casco antiguo es encantador y su famoso puente, el STARI MOST, todo un símbolo del conflicto bélico que asoló la ciudad a finales del siglo XX. Fue construido por los Otomanos pero reconstruido en su totalidad tras la guerra de los Balcanes.

El puente, además de cruzar el Río Neretva,  unió la vida de los musulmanes y los católicos durante siglos hasta que se desató una guerra civil que los enfrentó en la lucha por el poder. El puente pasó de ser un símbolo de unión y convivencia pacífica entre pueblos, a ser bombardeado y convertirse en símbolo de desunión y conflicto entre dos culturas.

Pone los pelos de punta imaginarse un escenario tan sangriento. La piedra conmemorativa que reza «DON’T FORGET» invita a no olvidar nunca este desgraciado episodio de la Historia más reciente.

El puente simboliza la unión y la desunión de dos culturas tan cercanas y tan alejadas al mismo tiempo. Los serbios por un lado y los croatas por el otro.

Fruto de la lucha de ambos, Bosnia se dividió, así como la ciudad de Mostar que se partió dejando como nexo el puente de STARI MOST.

Puente que fue destruido en la contienda y que años después se reconstruyó utilizando las piedras originales que lo componían.

La ciudad es bastante turística, especialmente en verano. Si os alojáis allí, como hicimos nosotros, conviene dar una paseo por el casco antiguo al atardecer. La mejor manera para pasear tranquilos y sin agobios.

Esta zona es especialmente calurosa en verano pero, si añadimos a esto que nosotros nos encontramos con una ola de calor…pues os podéis imaginar. El calor que pasamos aquí fue insoportable. Unos 40 grados a la hora de la cena, para que os hagáis una pequeña idea.

La ciudad nos encantó pero no la disfrutamos como nos hubiera gustado por culpa del horrible calor. Además, el famoso puente tiene unos escalones resbaladizos e incómodos para gente mayor, gente con carros de bebé o simplemente para gente son sandalias…jajaja. No he visto suelo más incómodo en la vida.

A pesar de todo ello, merece la pena y mucho la visita a esta ciudad. Una ciudad con el reflejo del paso de la guerra en todas sus fachadas.

Una ciudad con una huella imborrable. Huella física y huella sentimental.

En MOSTAR, nos alojamos en un BED and BREAKFAST muy céntrico y muy económico: HOSTEL AURORA. La dueña, que había visitado España en varias ocasiones, se portó genial con nosotros. Todo fueron facilidades. El desayuno no nos gustó demasiado, todo hay que decirlo, pero lo compensó el precio y la amabilidad de sus dueños.

Nos duchamos y nos fuimos a cenar al casco antiguo de la ciudad. Habíamos dado un paseo ya por la tarde pero quisimos verlo también de noche.

El calor nos asfixiaba así que la ruta fue corta y nos fuimos a dormir.

Al día siguiente acabaríamos de explorar la zona y nos volveríamos hacia DUBROVNIK.

Pero eso os lo cuento en el siguiente post…

Espero que os haya gustado y que os pueda servir de utilidad este post sobre nuestra RUTA POR CROACIA.

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¡FELIZ DÍA!

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