Durante nuestro noveno día de ruta por Francia emprendimos el viaje de bajada hacia España. Pasamos por unos pueblos preciosos de Normandía donde los paisajes tan verdes te dejan boquiabierto. Uno de esos pueblos fue CAMEMBERT, famoso por su delicioso queso. Allí se encuentra un museo que te hace un recorrido por la historia de este maravilloso producto gastronómico.
Después de varios altos en el camino para contemplar los increíbles paisajes normandos, nos dirigimos hacia LE MANS. Allí recorrimos su casco histórico lleno de casas de madera, visitamos su hermosa catedral y comimos en una placita muy próxima a ella. Después de comer nos acercamos a su famoso Circuito de Velocidad. Coincidió que había alguna carrera importante y nos costó un montón poder acceder a las inmediaciones. Pero ¡lo conseguimos! Allá donde vamos, allá que visitamos los circuitos de carreras. A Jorge le encantan y no se le escapa ni uno: Laguna Seca en California o Mugello en La Toscana son algunos ejemplos.
Le Mans me pareció una ciudad preciosa, digna de una visita breve o más extensa si se pasa por esa zona de Francia.
Después de comer nos encaminamos a lo que sería nuestro destino final ese día: TOURS.
Esta ciudad nos serviría de base para visitar al día siguiente toda la zona de los Castillos del Loira. En Tours, tras instalarnos en el alojamiento, nos fuimos a tomar unas cervezas a la famosa y animadísima Place Plumereau. Todo son restaurantes con terrazas y gente tomando algo después de trabajar o después de la universidad.
También recorrimos el centro histórico de la ciudad y su larguísima calle comercial. Y así acabamos nuestro día de ruta francesa. El viaje estaba ya en sus últimos días y lo que más queríamos era exprimirlo hasta no dejar nada. En el siguiente post os contaré nuestro paso por el Valle del Loira y las visitas a los Castillos.
LE MANS:
TOURS:
*Durante dos noches nos alojamos en TOURS, en Odaly’s Appart’hotel Tours. Unos apartamentos situados a un corto paseo del centro y con todo lo necesario para viajar con los más pequeños. Justo al lado tiene un supermercado así que fue comodísimo para comprar algunas cositas de comer que nos hacían falta. Sin duda repetiría en el mismo alojamiento.
Durante este día la movilidad con el carro sin problemas. A excepción, como siempre, de las calles empedradas de las ciudades que, aunque le dan un encanto increíble, no son nada prácticas para viajar con cochecitos de bebé. Pero es lo que tiene conservar la belleza de la época medieval. ¡Y que nunca se pierda!
¡FELIZ DÍA!