MONT SAINT-MICHEL es un pueblo ubicado en una montaña en medio del mar y unido a la tierra por una pasarela. Antiguamente quedaba aislado completamente con la subida fuerte de las mareas. Actualmente también se inundan los alrededores cuando se produce la subida de la marea pero, rara vez queda aislado. La abadía que corona la cima es la que da nombre al conjunto.
Nos levantamos muy pronto este día para poder ver MONT SAINT-MICHEL con poca gente. Se trata de una zona extremadamente turística. De hecho, no se puede aparcar en las inmediaciones de la montaña. La única opción es dejar el vehículo en un parking enorme que se encuentra a unos tres kilómetros del pueblo y coger los autobuses que te acercan allí cada diez minutos. El parking cuesta 12,50 € todo el día y es gratis entre las 19h y las 12 de la noche. Los autobuses que te acercan a 300m del monte son siempre gratuitos y funcionan desde las 7h hasta la 1h.
Dentro se pueden encontrar hoteles, restaurantes y tiendas de souvenirs. Por la noche las vistas son espectaculares y las calles se encuentran semi desiertas. Es buen momento para dar un paseo y disfrutar un poco de la tranquilidad del lugar.
Muy recomendable es ver la subida o bajada de las mareas desde allí. En la entrada se suele encontrar la información sobre horarios aunque también podéis consultarlo aquí.
Nosotros pasamos parte de la mañana aquí y después nos fuimos a ver la Costa Esmeralda, en especial el pueblo de CANCALE, «capital» de las ostras y pueblo de pescadores. En toda esta zona se pueden encontrar decenas de criaderos de ostras así que, como tenemos la máxima de «donde fueres haz lo que vieres» pues decidimos probarlas con un vinito blanco. En Cancale se pueden ver los barquitos pesqueros varados en la arena al bajar la marea. Resulta muy curioso. Tiene un paseo repleto de restaurantes donde sirven ostras y mejillones cocinados de miles de maneras.
Tras degustar unas ostras deliciosas nos dirigimos a DOL-DE-BRETAGNE por donde dimos un corto paseo por los alrededores de la Catedral de Saint-Samson, una de las más bonitas de la región.
Tras esta visita nos fuimos al apartamento, nos duchamos y a las 19h (aprovechando que empieza a ser gratis el parking) volvimos a Mont Saint-Michel para ver el atardecer y disfrutar de la tranquilidad de sus calles a esas horas. Nos apetecía ver el monte también de noche y la verdad es que no defrauda en absoluto. Este lugar es mágico y merece una visita al menos una vez en la vida (esta era mi segunda vez aquí).
Cuando anocheció nos fuimos al apartamento y nos preparamos allí la cena. Había sido un día emocionante e intenso.
CANCALE:
DOL-DE-BRETAGNE:
MONT SAINT-MICHEL por la tarde: Nos acercamos primero a una zona para ver el monte desde otra perspectiva. La ovejas nos permitieron hacer algunas fotos preciosas y diferentes.
*Viajar con niños a MONT SAINT-MICHEL: Hasta el parking no hay problema. Incluso en el autobús tampoco, se puede subir con el carro perfectamente. Eso sí, en hora punta de turismo dentro del pueblo, os recomiendo que si vais con un bebé lo llevéis con mochila portabebés porque las calles empedradas y las escaleras para subir a la abadía son estrechas y llenas de miles de personas. Como yo había estado ya hacía años y sabía que con carro nos sería imposible movernos por dentro, lo dejamos en el coche directamente y nos llevamos a la niña con el portabebés desde el principio. Si los niños son más mayores, ningún problema.
¡FELIZ DÍA!