Era nuestro segundo día en la capital portuguesa y teníamos muchas cosas programadas para ver. Nos levantamos prontito y nos fuimos a desayunar a una típica «pastelaria» donde todo estaba riquísimo y la relación calidad precio perfecta. Las hay por toda la ciudad y venden tanto dulce como salado.
Nosotros fuimos a una muy cercana al hotel y repetimos allí el resto de desayunos. Gente agradable, buen producto y se deshacían en piropos hacia Sara todos los días… ¿qué más podíamos pedir? Nos conquistaron..jejeje.
Durante este día nos movimos en metro, que por cierto, funciona a la perfección en esta ciudad. bastante frecuencia de paso y muy económico. En lugar de comprarnos la tarjeta del día que vale 5€, nos compramos la tarjeta y la recargamos con un par de viajes ya que pensábamos ir al centro en metro y ya recorrerlo todo andando hasta el momento de volver al hotel que volveríamos a hacerlo en transporte público.
Si tenéis pensado moveros a otros puntos de la ciudad, la tarjeta VIVA VIAGEM para todo el día merece la pena. Me llamó la atención en el tema del metro la increíble diferencia de nivel de vida de Lisboa y Londres por ejemplo. La tarjeta de metro recargable en el metro de Londres (solamente la tarjeta) la Oyster Card, vale 5 libras y en Lisboa esta misma tarjeta valía 0,50 €. Está claro que son niveles completamente diferentes pero impacta un poco la verdad.
Bueno, el caso es que nos fuimos a la PLAZA DEL COMERCIO con el metro para empezar desde allí nuestra ruta del día.
Después de recorrer la plaza de punta a punta y ver el precioso amanecer en el río Tajo, nos dirigimos hacia la zona de CAIS DE SODRÉ. A parte de ser una animada zona de bares y restaurantes y de tener un ambientazo increíble por las noches, es también el punto de partida de los barcos que hacen excursiones fluviales por el río Tajo.
De camino a CAIS DE SODRÉ entramos en una tienda de conservas que nos fascinó: LOJA DAS CONSERVAS.
Muy recomendable la visita, os lo aseguro. Latas de conserva coloridas y preciosas y las típicas sardinas de tela de colores que se encuentran en todas las tiendas de souvenirs…y que me enamoraron! Compré dos.
En CAIS DE SODRÉ estaban muchos bares cerrados así que decidimos volver por la tarde-noche para ver la zona en pleno apogeo. Después volvimos hacia la PLAZA DEL COMERCIO y nos acercamos al ELEVADOR DE SANTA JUSTA que está en la Rua do Ouro. Había una cola larguísima y tampoco estábamos seguros de poder subir con el carro de la niña. Descubrimos que se podía acceder al mismo sitio andando así que aplazamos esta visita para por la tarde.
Dejamos esta zona y nos adentramos en el BARRIO DE ALFAMA. Cogimos fuerzas para emprender la subida y allá que fuimos con carro de la niña y niña incluida.
Creo que no me haría falta ir al gimnasio si viviera en Alfama. Nos fuimos encontrando con los puntos de interés uno tras otro: Catedral, Casa dos Bicos, Mirador de Santa Lucía, Mirador das Portas do Sol y Museo del Fado. Hasta culminar el paseo en el Castillo de San Jorge.
Un paseo nada relajado debido a las cuestas y al gran tráfico que recorre las calles de este emblemático barrio lisboeta.
El TRANVÍA 28 que se coge en la plaza de MARTIN MONIZ te lleva por las calles de Alfama (y por otros barrios) y te evita el cansancio de subir y subir.
Nosotros, yendo con el carro de la niña, lo vimos totalmente inviable (el carro no cabía ahí dentro con millones de turistas) así que ejercitamos nuestros músculos de lo más bien…jajaja.
La bajada fue mucho más llevadera y, cuando llegamos a la Rua Augusta nos tomamos una merecidísima cerveza con buñuelos de bacalao rellenos de queso curado. Un placer para el paladar…
Después de este descanso nos encaminamos hacia CHIADO y BARRIO ALTO. Para llegar a estos barrios hay varias opciones: Elevador de Santa Justa en Rua da Prata, Elevador da Gloria en Plaza de Restauradores, el ya mencionado tranvía 28 o andando, que fue la opción que, inevitablemente, elegimos nosotros…jajaja.
Realmente no resulta pesado subir andando. Desde Rossio subimos por la Rua do Carmo donde se encuentran los famosos Armazens do Chiado, una galería comercial muy frecuentada en Lisboa.
Después nos metimos por Rua Garret donde se encuentra el conocido Café A Brasileria. A continuación fuimos hacia el Museo Arqueológico do Carmo desde donde se contemplan las mismas vistas que al subir con el Elevador de Santa Justa. Ambos lugares están uno al lado del otro. Vistas preciosas de la ciudad y del Castillo de San Jorge.
Llegamos hasta el Mirador de San Pedro de Alcántara (vistas increíbles de la ciudad).
Recorrimos callejuelas llenas de ropa tendida y de allí decidimos que queríamos picar algo y cervecear en el Restaurante Pharmacia que habíamos leído que era temático con camareros con batas y tubos de ensayo.
No resultó ser tan auténtico pero lo que picoteamos estaba riquísimo y las vistas desde allí eran inmejorables: puesta de sol en el Tajo y el puente 25 de Abril de fondo. Había mucha gente esperando la puesta de sol con su botellón y sentados en el suelo.
Desde allí, al atardecer, nos fuimos hacia la Calçada de Duque desde donde también se observaban unas preciosas vistas que habíamos visto en la portada de la Guía Lonely Planet.
Bajamos por la estación de Rossio que quedaba muy cerca. Decidimos pasar lo que quedaba de tarde paseando por las tiendas y terminar el día en CAIS DO SODRÉ cenando y tomando unas cervecitas.
Picamos algo en un restaurante Conservería todo a base de latas riquísimas donde la carta estaba enganchada a una caña de pescar. Muy original, sin duda.
Luego cenamos en un restaurante llamado POVO donde degustamos un delicioso bacalao confitado.
De allí nos fuimos al metro de CAIS DO SODRÉ que tiene una curiosa representación del conejo de Alicia en el País de las Maravillas. Ese conejo que siempre tenía prisa. Representado por el artista Antonio Dacosta, el conejo indica a los viajeros la dirección en la que deben ir.
Tomamos el metro en la dirección indicada y nos fuimos al hotel a descansar.
¡FELIZ DÍA!