Nuestro último día en tierras portuguesas fue de lo más completo. Celebrábamos fin de año esa misma noche y todavía teníamos muchísimas cosas que hacer y ver durante esta jornada.
Comenzamos el día acercándonos a un Hotel Mirador abandonado.
El sitio tenía unas vistas espectaculares de toda la ciudad pero, al estar medio derruido, el ambiente resultaba un poco tenebroso. Nos hicimos unas cuantas fotos en este peculiar lugar y nos encaminamos hacia Sintra.
Sintra se encuentra a tan solo media hora en coche de Lisboa. Pertenece al distrito de Lisboa y fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1995.
Tiene muchos Palacios hermosos para visitar pero nosotros fuimos a ver uno de los más bonitos y característicos de esta pequeña población: El Palacio da Pena.
Se puede aparcar relativamente cerca si se llega pronto. Luego hay una subida caminando unos 10 minutos. El paisaje es realmente espectacular ya que este palacio se encuentra enclavado en lo alto de una colina.
El Palacio da Pena es realmente magnífico. Nos recorrimos todos sus rincones y disfrutamos muchísimo de las vistas desde allí arriba.
Fue ocupado por la familia real portuguesa durante el siglo XIX. No tiene un estilo arquitectónico concreto sino que goza de una mezcla de estilos que le dan esa singularidad y belleza al conjunto.
Sinceramente, es una visita que no podéis dejar de hacer si viajáis a Lisboa.
También es interesante la visita a Quinta da Regaleira o al Castelo dos Mouros. No obstante, queríamos ver otras cosas y no nos dio tiempo a conocer nada más de Sintra.
Nuestra siguiente parada fue Cabo da Roca, conocido también como el punto más occidental del continente europeo.
El océano Atlántico rugiendo ante nosotros nos dejó boquiabiertos durante un buen rato.
Se trata de un lugar muy visitado y pertenece al Parque Natural de Sintra-Cascais. Podríamos decir que es como el Finisterre portugués.
A continuación recorrimos toda la costa hasta llegar a Cascais. Pasamos por playas preciosas y nos prometimos volver en verano ya que la zona nos pareció realmente genial.
Antes de llegar a Cascais teníamos una parada pendiente: la Boca del Infierno.
Se trata de una gruta creada de manera natural gracias a la fuerza de las olas que rompen con ímpetu en ese lugar. Asomarse y quedarse un buen rato contemplando la fuerza del mar es algo que no podéis dejar de hacer.
Ese día el mar estaba bastante movido así que pudimos ser testigos de cómo las olas irrumpían allí con un ruido ensordecedor.
Con el estómago rugiendo ya por el hambre, nos fuimos directos a Cascais. Nada más llegar observas que se trata (o se trataba) de una ciudad de veraneo de cierto nivel.
Mansiones, tiendas, restaurantes y buen ambiente en general. Nos la imaginamos masificada en verano, eso sí.
Antes de perdernos por sus calles comimos en un delicioso restaurante japonés (no todo va a ser Bacalao en Portugal). Por si os gusta la comida nipona, os lo recomiendo: Sushíssimo. Bastante céntrico, por cierto.
Después recorrimos la plaza principal, la zona del puerto y la calle comercial más importante de la población.
Eran las 18h y todo el mundo estaba preparándose ya para la noche de fin de año. Nosotros aún teníamos que volver a Lisboa, arreglarnos un poco en el hotel y encaminarnos hacia la Plaza del Comercio para cenar en algún sitio y ver los fuegos artificiales. Nos dio tiempo a todo, y de sobra…
Fue un fin de año diferente y genial. Terminar el mejor año de mi vida con la mejor compañía y viajando… ¿se puede pedir algo más? Igual sí se puede pero sería abusar.
De nuevo la experiencia de viajar con Sara había sido un éxito. Algún contratiempo con los potitos y un pequeño resfriado portugués que se vino para casa pero nada más.
Por si no lo habéis visto, os recuerdo que aquí tenéis nuestro VÍDEO RESUMEN DEL VIAJE. ¡No os lo perdáis!
Siguiente destino…¡Ya lo tenemos! En breve os lo cuento todo.
¡FELIZ DÍA!